Se han perdido por aquí..

domingo, 25 de septiembre de 2011

Pensamientos de una adolescente enamoradiza.

Nadie dijo que era fácil, pero tampoco nadie dijo que sería tan difícil.
Me gustaría decirtelo, decírtelo todo. Con todas las palabras, con todas las letras, con todos los puntos y con todas las comas. Pero no puedo; la lengua me pesa, el corazón se me acelera y no puedo empezar.
Entonces te miro e intento que todo lo que no puedo decirte se transmita en esa mirada. No sé si lo consigo, no lo sé.
El tiempo se me acaba. Aunque parezca que queda mucho, en realidad no queda nada. Dentro de poco nuestros caminos se separarán y aunque ninguno de los dos queramos es inevitable.
Todo sería más fácil si te acercaras a mi y me dijese "Te amo", pero la vida está echa para que nada sea fácil.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Conversaciones con un psicólogo.

-No fue culpa mia.
-¿Quién te dice que no lo fue?
-Yo lo digo.
-¿Tu lo dices?
-Sí.
-Entonces, si no fue culpa tuya...¿De quién fue?
-No lo sé.
-Entonces eres una ignorante.
-Prefiero ser ignorante que mentirosa.
-¿Quién es un mentiroso?
-Todos mentimos.
-No has respondido a mi pregunta.
-Tú nunca respondes a las mías.
-Porque quiero que encuentres tu camino tu sola, sin que yo esté mas presente de lo necesario.
-¿Entonces para que te pago?

lunes, 4 de julio de 2011

En mi mundo soy feliz

Abro los ojos y el paisaje no cambia. Un cachito de tierra cubierto de hierba verde y fresca, una valla y flores, muchas flores. El molino, nuestra casa, pintada de rojo y blanco, es lo que impulsa nuestro mundo.
Nuestro mundo que solo es un cachito de tierra, pero que surca el cielo hacia ninguna parte. En mi mundo soy feliz, y nadie logrará lo contrario. Alzo la vista al cielo; no sé que busco. El viento hace de mi pelo un baile alrededor de la pista que es mi cara. Aspiro profundamente y creo que ya se lo que busco: A ti.
Al que no veo desde que te fuiste a buscar tu propio mundo para ser feliz.
Por un momento pensé que el mundo que necesitabas para ser feliz era el mio, junto a mi.
Me equivoqué, otra vez.

miércoles, 1 de junio de 2011

Todas las cosas que odio.

Todas las cosas que odio giran alrededor de mí. Y yo quiero gritarles que se vayan, que no vuelvan. Y lo hago. Porque las odio. Supongo que yo también seré odiada por algunos y supongo que también estaré girando a su alrededor. Pero no me lo dicen y si no me lo dicen no puedo mandarlos a la mierda y dejarlos en paz. ¿Por qué no son capaces de quitarse la máscara y decirme sin titubeos que me odian? ¿Por qué tienen que murmurar a mis espaldas todos mis defectos? ¿Cobardía? No lo sé, pero yo los creía mis amigos.
Pero parece que nada cambia. Aunque me mude de ciudad, de casa, de colegio. Siempre habrá gente que te abrace, que te diga te quiero, que te llame mejor amiga y que después te de un cuchillazo por la espalda.
Pero por lo menos espero que esa gente a las que llamé (parece que de forma equivocada) amiga, se sienta orgullosa: Les he dedicado una entrada en mi blog.

lunes, 23 de mayo de 2011

París es para los enamorados.

El aeropuerto de París rebosaba de gente, y solo eran las 9 de la mañana. Recogí mis maletas y cogí un taxi. Con mi torpe francés, le dije al taxista cual era mi destino. Me recosté en el asiento y dejé mi mente vagar a sus anchas, a mis ojos obsevar las calles que se extendían más allá de la ventanilla y a mi piel erizarse por la freca brisa que me acariciaba el rostro. No sé cuanto duró el viaje, solo se que fue demasiado poco. Pagué un precio excesivo y salí del coche. Ante mí estaba el hostal que por casualidad encontré en Internet. Pequeño y acogedor a la vez, como en las fotos colgadas en aquella agencia de viajes. Abrí la pequeña cancela que daba a un jardín perfectamente cuidado: Un árbol enorme daba sombra a un silla, una mesa y a un columpio de jardín. El caminito de piedra que llevaba hasta la entrada era perfectamente recto y las flores que había a su alrededor eran de todos los colores imaginados y por imaginar.
Cuando abrí la puerta, me encontré con un pequeño mostrador con una campanilla y dos sillones alrededor de una mesa con unas revistas anticuadas. No me dió tiempo a ver nada más, en cuanto dejé las maletas en el suelo, una anciana de aspecto agradable salió de una puerta detrás del mostrador y me sonrió amablemente.
Se presentó como la dueña del pequeño hostal de Montmartre y apenas dije que era yo la turista española que había reservado una habitación, me condujo a través de un pasillo que terminaba en una escalera.
"¿ Ves aquella puerta a la derecha?" me preguntó, "Por ahí se va al restaurante"
Subimos las escaleras hasta el tercer piso, el tercero y último. Mi habitación era la 310, me dió una llave y se despidió diciendome que si necesitaba algo, no dudase en pedírselo.
La habitación no era excesivamente grande; Una cama de matrimonio de sábanas blancas junto con una mesilla de noche de madera policromada, un tocador, un pequeño escritorio y una silla. Abrí la ventana para que entrase aire fresco. Desde allí veía a una niña jugando en el jardín y pensé que seguramente era la nieta de la anciana, porque en aquel hostal no creo que hubiese mucha gente más aparte de mí. Quizás por eso lo elegí, por la soledad que tanto necesitaba y ansiaba.
Me apoyé en el marco de la ventana , me giré para ver mi pequeña habitación y me pregunté por enésima vez que demonios hacía yo allí. Al fin y al cabo, París es para los enamorados. Y yo...yo no encajaba allí de ninguna manera.
Me giré para obsevar lo que se éxtendía delante de mí y a lo lejos divisé la torre Eiffel, volví la vista abajo y me dí cuenta de que la niña me observaba y me sentí incomoda con sus ojos negros mirando fijamente a los míos. Sonrió y desapareció de mi vista.  De repente me sentí idiota, sin motivo aparente: No llegué a desacer la maleta, simplemente la cogí, corrí escaleras abajo y le devolví las llaves a la anciana. Me miró tristemente, pero no supe si por pena o por haber perdido un cliente.
París es para los enamorados, quizás por esa razón no duré allí ni 35 minutos.

lunes, 16 de mayo de 2011

Mírame.

Mírame y di que ves;                    Mírame y dime que no ves;
Si algo bonito.                               Si sonrisas.
Si algo feo.                                   Si lágrimas.
Si algo algo interesante.                 Si miradas.
Si algo aburrido.                            Si gestos con la mano.
Si algo que agrada.                        Si mentiras.
Si algo que disgusta.                      Si verdades    



Mírame y dime que sientes;     Mírame y dime que no sientes;
Si amor.                                 Si felicidad.
Si odio.                                  Si aburrimiento.
Si desprecio.                          Si tristeza.
Si aprecio.                              Si confianza.
Si curiosidad.                          Si inseguridad.
Si indiferencia.                        Si miedo.

viernes, 6 de mayo de 2011

Amor Platónico.

Casi no hablo contigo en las clases en las que a veces coincidimos, pero aún así me caes bien. De vez en cuando me sonríes (con esa sonrisa torcida que me encanta) y yo me derrito con esa sonrisa. Bueno, yo y todas las chicas de clase.
Tus ojos a veces se cruzan con los mios y yo los dejo ahí mientras tú mirada me hace contener la respiración, hasta que me doy cuenta y aparto la vista rápidamente.
A veces también me doy cuenta de que me miras ¿O me lo estaré imaginando?, y otras veces soy yo la que te miro de soslayo, intentando que nadie se dé cuenta.
Y desde que sé que cantas, busqué tu canal en YouTube. Aunque nuestros gustos musicales no coinciden demasiado, hay una canción que me encanta y es con la que cierro los ojos y me relajo escuchando tu voz.
Parezco casi obsesiva, pero no es así. Porque me gustas. Pero gustar no es lo mismo que estar enamorada. Porque yo no estoy enamorada de ti. No te confundas, ni tú ni nadie.
Además también sé (o intuyo) que estás interesado por otra. Podría molestarme o incluso llegar a estar celosa, pero en realidad me da igual; sé que mis posibilidades son nulas, así que ¿Por qué preocuparme?
Podría decirse que eres mi amor platónico.
En cualquier caso, me gustaría que nuestra relación (¡huy! que bien queda) siguiese así: Una sonrisa, una mirada, unas palabras, tu ayuda cuando no sé hacer algo...no pido más.

viernes, 29 de abril de 2011

Si buscas al fondo estaré yo.

Respiro profundamente, quizás así el dolor se calme un poco.
Ya no tengo ganas de nada...me duele tanto...es superior a mis fuerzas.
Ya nada me sale bien, no me gusta como quedan mis dibujos, mis historias, mi letra, mi voz.
Quisiese desaparecer lentamente, entre la niebla de mi cabeza o entre el humo que a veces sale entre mis labios. Porque ya he llegado al limite.
Últimamente solo veo a los demás como gente. No como humanos, ni como personas. Como gente.
Gente indiferente, encerrada en su mundo, si es rico en su riqueza, si es pobre en su pobreza.
Quizás la única que está encerrada en su mundo soy yo. Y ya ni siquiera estoy agusto en él.
Porque se está haciendo demasiado pequeño, pero si buscas al fondo estaré yo. Mi mundo me aprieta, me asfixia, pero no voy a abandonarlo, porque me da seguridad, seguridad agobiante pero seguridad al fin y al cabo.
El dolor parece que se atenúa un poco, o quizás estoy tan acostumbrada que ya me parece poco y todo.

viernes, 15 de abril de 2011

Tostadas de azúcar y miel.

Me levanto como todas las mañanas. Son las 7 y el apartamento, está vacío, como siempre desde que no estás. Ahora que está todo en silencio, me incorporo y voy directamente al cuarto de baño, me miro en el espejo, es lo mismo que hay siempre.
Voy descalza y el suelo está frío. Me dirijo a la cocina, allí tengo que hacerme el desayuno porque ya no me lo puedes traer al dormitorio y desayunar los dos juntos.
Preparo el café, pero en la cafetera más pequeña, si lo hago en la otra más grande, me sobraría una taza. Corto dos rebanadas de pan y las pongo en el tostador.
Me quedo mirando el café subiendo en la cafetera mientras escucho como se tuesta el pan. Retiro el café del fuego y me lo sirvo en una taza, en mi taza preferida. Le echo leche fría y me acuerdo que a ti siempre se te olvidaba y le echabas la leche muy caliente y yo me quejaba. El pan ya se ha tostado, así que saco la mantequilla y se la unto, y después, unas gotas de miel. Tú siempre tenías una manía muy rara; después de echarle la miel a las tostadas cogías una cucharilla de azúcar y se la espolvoreabas por encima. “Esta miel no está tan dulce como a mi me gusta” me decías mientras me sonreías. Yo nunca la probé, las cosas demasiado dulces no han sido mi fuerte y por eso te hacía bromas sobre eso. Pero esta mañana, después de echarle la miel, cogí una cucharilla de azúcar y se las espolvoreé. Cogí mi desayuno y me fui al salón comedor de nuestro pequeño piso. No puse la televisión, tampoco música. Solamente me quedé mirando el desayuno, tu desayuno. Bebí un sorbo de café, y cogí una de las tostadas.
Las probé. Estaban buenas. Aquellas tostadas de azúcar y miel estaban buenas
¿Por qué no estabas aquí para compartirlas conmigo?

sábado, 26 de marzo de 2011

Una chica normal.

Marta era una chica normal. Le gustaba estar con sus amigos, comer chocolate y el color verde.
También le gustaba ir al centro y perderse entre tantas tiendas, ver una película antigua mientras comía palomitas o dar un paseo por la playa en invierno.
Tenía las mejillas sonrosadas y los labios finos,sonriendo. Siempre se recogía la melena rubia en un cola de caballo y nunca usaba maquillaje. Su tez era blanca, blanquísima, como la leche y sus ojos de un azul claro como un cielo sin contaminar.
De cuerpo delgado y desgarbado, mirada desafiante y manos pequeñas y seguras de todos sus movimientos.
Así era Marta.
Su pasatiempo favorito era leer y el baloncesto. Lo que más odiaba, las espinacas. Lo que mas le gustaba, ser feliz. Comiendo, riendo, cantando, bailando, corriendo, hablando, paseando, lo que más le gustaba era estar bien consigo misma, estar siempre feliz con los demás y evitar los problemas cotidianos.
Marta era una chica normal, hasta que descubrió el amor.

domingo, 6 de febrero de 2011

Ojos Nostalgicos....

La arena se escurría entre los dedos de sus pies. Caminaba sin prisa. El sol se escondía lentamente tras las montañas en el horizonte mientras Eliana aspiraba el dulce olor a sal que la transportaba a viejos recuerdos.
Recuerdos que solo resurgían a aquella hora, en aquel lugar, en su propia soledad. Solo iba cuando podía, que era demasiado poco. Y la niña que aún estaba en su interior, escondida en un rinconcito de su consciencia, le gritaba. Le gritaba que no la olvidase, que no olvidase lo que habían pasado juntas jugando con muñecas, pintando con colores en un papel, riendo por tonterías. Y Eliana, miraba las olas romperse en la orilla con ojos nostálgicos. Y soñaba con volver a ser la niña que estaba muriendo entre sus recuerdos. Pero la realidad le golpeaba una y otra vez como la brisa marina: Es tarde, es demasiado tarde. Empezó a ser tarde cuándo manchó la primera compresa y dejó de interesarle las muñecas a los 11, cuándo se enamoró por vez primera a los 13, cuando probó lo que era sentir los labios de otra persona sobre los suyos a los 14, cuando dejó que un cigarro la consumiera y supo lo que era un corazón roto a los 15.
Y ahora, que se acercaba a los 20, veía cómo la niña que había en su interior iba gritando con menos fuerza, iba dejando de insistir en que volviese e iba callándose poco a poco...poco a poco sentía como iba muriendo, como un reloj que se queda sin cuerda.
Las estrellas iban apareciendo en el oscuro cielo y empezaba a hacer frío.
Eliana se calzó sus bailarinas y volvió al paseo de la playa. Para ella, aquella pequeña visita al lugar que la había visto crecer era su pequeña despedida a la niña que había en su interior.

miércoles, 26 de enero de 2011

Tantas cosas

Me siento en el sillón de mi habitación. Cierro los ojos.  Y las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas, como barcos sin rumbo…
He hecho tantas cosas mal…tantas cosas que no tienen arreglo, tantas cosas de las que me arrepiento. Tantas cosas que ni siquiera puedo nombrarlas. Tantas cosas que todavía llevo prendidas a mi espalda, y pesan, pesan mucho.
Pesan tanto…que me gustaría desprenderme de ellas pero no puedo, porque si cuento lo que son, me odiaran, no confiaran en mí nunca más. 
Quizás algún día las predique a los 4 vientos y me deshaga de ellas y no las vuelva a ver nunca.  Quizás entonces me comprendan y no me desprecien por haber echo esas cosas y entonces…entonces podría estar en paz conmigo misma. Podría llegar incluso a ser feliz, feliz de verdad. Sin preocupaciones, sin nada que ensucie mi alma.
Pero soy cobarde. Es una realidad, no quiero dar pena ni nada por el estilo. No me voy a comparar con Marilyn Monroe. Ella era una mujer triste. Pero no quiero acabar como ella; Ahogándome en mi propia pena.
Solamente soy yo. Solamente una chica que no se acepta tal y como es. Y que para poder hacerse un huequito entre los que la rodean, miente, miente como una cruel bellaca. Y las mentiras salen solas. No es necesario que las piense. Simplemente salen entre mis labios y cuando me quiero dar cuenta, es demasiado tarde y no puedo hacer nada.



domingo, 23 de enero de 2011

Por la buena música

Cierro los ojos y esbozo una sonrisa. Y no se por qué. Una tranquilidad me recorre, no me preocupo de nada solo me concentro en pronunciar todas y cada una de las sílabas de la canción sin equivocarme.
Cada vez que escucho esta canción el vello de los brazos se me eriza. No canto bien, en realidad nunca he cantado bien...pero en esos momentos de soledad en mi habitación lo único que me apetece es poner las canciones que me gustan y cantar bajito,casi para mi misma. También intento traducir las letras pero si saco una o dos frases es pura casualidad. 
Una parte de mi se entristece al pensar que nunca podré ver a este grupo en directo nunca. Es la parte mala de escuchar grupos de los 70, 80 y 90: O se han disuelto, o ya no graban o el cantante se ha pegado un tiro.
Y eso es exactamente le pasó al cantante de la canción que estoy escuchando. Sí sí, lo del tiro. Hoy mismo vi una película que está inspirada en sus últimos días de vida. No pude evitar un par de lagrimas. Una escena me conmovió mucho. ¿Decir el nombre de la película sería publicidad gratuita? Bueno, en realidad da igual.
Tengo tantas cosas que decir sobre este grupo y su cantante: Un grupo que  ha echo que descubra la buena música y un cantante que, con su voz, ha echo que me emocione, entristezca, llore y pase momentos inolvidables. Un cantante que se suicidó dos años o tres antes de que yo naciera.

Para siempre, Nirvana y para siempre, Kurt Cobain. 

lunes, 10 de enero de 2011

Agacho la mirada, no tengo valor para mirarte. La dulce soledad de esta tarde de invierno es la única que nos acompaña. Te sientas delante de mí y mi vista sigue clavada en la mesa
-Lo siento. Murmuro pero tú pareces no escucharme. Tus ojos, fijados en ninguna parte no expresan odio, no expresan alegría, no expresan tristeza. No expresan nada.
-Lo siento. Lo vuelvo a intentar. Pero no dices nada, ni siquiera te dignas a mirarme. Me exaspero. El parque se está quedando solo, y empieza a hacer frío, mucho frío. En el merendero no queda nadie, solo tú y yo. Pero no reaccionas.
-Lo siento…lo siento… ¡Lo siento! – Acabo levantando la voz- Al menos dígnate a mirarme. ¡Enfádate, grítame, insúltame!  Pero no te quedes ahí, mirándome sin verme…sin reaccionar. -Estas últimas palabras son casi un susurro.
Entonces tus ojos marrones, del color de la coca-cola, me miran. Tu boca se entreabre, intentando encontrar las palabras adecuadas para decir lo que siente tu corazón. Ese corazón que he destrozado tantas veces y que sin embargo vuelve a mí, una y otra vez. Si supiese que me odias, al menos podría irme y dejar que encuentres la verdadera felicidad con otro. Pero se que me quieres, que me amas. Y yo también lo hago, a mi manera pero lo hago. Por eso quizás no nos podamos separar del todo. Pero se que lo he vuelto a hacer, se que he vuelto a traicionarte. Y con esta no se cuantas veces van ya. No se como pudiste perdonarme en las otras ocasiones, pero tienes un limite y ya lo he alcanzado.
-Duele, duele mucho- Levanto la vista y veo tu cara surcada de lágrimas.- Te quiero- Tu voz suena quebrada, rota- Pero no puedo mas; mis amigas no entienden por qué volví contigo cuando te cansaste de la otra y viniste pidiéndome perdón…pero estoy ciega…¿Se puede saber en que piensas volviendo a verla?  Si la quieres a ella mas que a mi, simplemente vete y no vuelvas a verme. Si me quieres a mí más que a ella, quédate aquí conmigo y no me sueltes nunca.
-¿Quiere decir eso que me das otra oportunidad? ¿La última? ¿La definitiva? – pregunto esperanzado.
Sonríes, pero no es una sonrisa alegre y te echas a llorar. Es un llanto amargo, desesperado. Y no se que hacer. Me levanto y voy a tu lado. Pero tú te incorporas y me miras. Te pones de puntillas y me besas suavemente en los labios. Te abrazo, pero tú te libras fácilmente de mí.
-No, no voy a volver a tropezar con la misma piedra, de nuevo. Te quiero, pero tú eres mas de ir de flor en flor- Sonríes con una infinita tristeza- Así que ya puedes hacer lo que te de la gana y no preocuparte de hacerme daño.
Y te veo marchar y sé que probablemente no sabré nada de ti en mucho tiempo. Así que corro tras de ti y te agarro la mano.
-Quiero que sepas que te he querido, mucho. Y que lo sigo haciendo, aunque no de la misma manera. Y que quiero que seas feliz. Aunque yo no lo he conseguido.
-Lo sé.- Me miras y me dedicas la última sonrisa.- Adiós.
Y no miras atrás. Eres fuerte, quizás la persona más fuerte que he conocido hasta ahora.

domingo, 9 de enero de 2011

Se Acabó la Navidad.

Se acabó. Por fin. Se acabaron las luces, los villancicos, la gente con prisas a todas horas, cargadas con grandes regalos para sus hijos. Se acabó el darle vueltas a la cabeza pensando que le gustará y que no le gustará. Se acabó el ponerse vestidos ceñidos y zapatos con tacones de vértigo. Se acabó andar de un lado para otro, de comida en comida, de cena en cena. Se acabó recibir regalos horrendos y estar con personas casi desconocidas...y conocidas. Se acabó, ya por fin.
Era lo único en lo que podía pensar cuando llegó a casa. Tiró el bolso sobre la mesa. Se sentó en el sofá y se quitó los zapatos que le habían destrozado los pies durante todo el día.

Era 6 de enero, ¡Feliz día de Reyes! Lo único que había visto en todo el día era a niños presumir de sus regalos, regalos que quedarían, seguramente en el olvido dentro de algunas semanas. Pero era  esto lo que marcaba era el comienzo de la rutina. Vuelta al colegio, al trabajo. Por fin.
Llamadla cruel, pero no podía con ese efímero espíritu navideño.¿Era obligatorio estar super-ultra-mega feliz en estas fechas? A ella casi nada le había ido bien nunca. Tenia amigos, de eso no podía quejarse, pero la mayoría de sus compañeros de trabajo la miraban por encima del hombro por ser "la nueva", con los hombres tenía una suerte pésima y la relación con su familia no era del todo buena. A si que ¿Por qué tenia que estar super feliz cuando en realidad no se sentía bien en absoluto? Bueno, siempre le quedó la opción de sonreír falsamente como hacían la mayoría de las personas.

Por eso cuando llegó a casa solo tenia estos pensamientos. Por eso andó descalza hasta su habitación y se tiró sobre la cama. Por eso respiró profundamente, esbozó una sonrisa y susurró:
-Por fin se acabó la navidad.