Se han perdido por aquí..

viernes, 29 de abril de 2011

Si buscas al fondo estaré yo.

Respiro profundamente, quizás así el dolor se calme un poco.
Ya no tengo ganas de nada...me duele tanto...es superior a mis fuerzas.
Ya nada me sale bien, no me gusta como quedan mis dibujos, mis historias, mi letra, mi voz.
Quisiese desaparecer lentamente, entre la niebla de mi cabeza o entre el humo que a veces sale entre mis labios. Porque ya he llegado al limite.
Últimamente solo veo a los demás como gente. No como humanos, ni como personas. Como gente.
Gente indiferente, encerrada en su mundo, si es rico en su riqueza, si es pobre en su pobreza.
Quizás la única que está encerrada en su mundo soy yo. Y ya ni siquiera estoy agusto en él.
Porque se está haciendo demasiado pequeño, pero si buscas al fondo estaré yo. Mi mundo me aprieta, me asfixia, pero no voy a abandonarlo, porque me da seguridad, seguridad agobiante pero seguridad al fin y al cabo.
El dolor parece que se atenúa un poco, o quizás estoy tan acostumbrada que ya me parece poco y todo.

viernes, 15 de abril de 2011

Tostadas de azúcar y miel.

Me levanto como todas las mañanas. Son las 7 y el apartamento, está vacío, como siempre desde que no estás. Ahora que está todo en silencio, me incorporo y voy directamente al cuarto de baño, me miro en el espejo, es lo mismo que hay siempre.
Voy descalza y el suelo está frío. Me dirijo a la cocina, allí tengo que hacerme el desayuno porque ya no me lo puedes traer al dormitorio y desayunar los dos juntos.
Preparo el café, pero en la cafetera más pequeña, si lo hago en la otra más grande, me sobraría una taza. Corto dos rebanadas de pan y las pongo en el tostador.
Me quedo mirando el café subiendo en la cafetera mientras escucho como se tuesta el pan. Retiro el café del fuego y me lo sirvo en una taza, en mi taza preferida. Le echo leche fría y me acuerdo que a ti siempre se te olvidaba y le echabas la leche muy caliente y yo me quejaba. El pan ya se ha tostado, así que saco la mantequilla y se la unto, y después, unas gotas de miel. Tú siempre tenías una manía muy rara; después de echarle la miel a las tostadas cogías una cucharilla de azúcar y se la espolvoreabas por encima. “Esta miel no está tan dulce como a mi me gusta” me decías mientras me sonreías. Yo nunca la probé, las cosas demasiado dulces no han sido mi fuerte y por eso te hacía bromas sobre eso. Pero esta mañana, después de echarle la miel, cogí una cucharilla de azúcar y se las espolvoreé. Cogí mi desayuno y me fui al salón comedor de nuestro pequeño piso. No puse la televisión, tampoco música. Solamente me quedé mirando el desayuno, tu desayuno. Bebí un sorbo de café, y cogí una de las tostadas.
Las probé. Estaban buenas. Aquellas tostadas de azúcar y miel estaban buenas
¿Por qué no estabas aquí para compartirlas conmigo?