Se han perdido por aquí..

miércoles, 26 de enero de 2011

Tantas cosas

Me siento en el sillón de mi habitación. Cierro los ojos.  Y las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas, como barcos sin rumbo…
He hecho tantas cosas mal…tantas cosas que no tienen arreglo, tantas cosas de las que me arrepiento. Tantas cosas que ni siquiera puedo nombrarlas. Tantas cosas que todavía llevo prendidas a mi espalda, y pesan, pesan mucho.
Pesan tanto…que me gustaría desprenderme de ellas pero no puedo, porque si cuento lo que son, me odiaran, no confiaran en mí nunca más. 
Quizás algún día las predique a los 4 vientos y me deshaga de ellas y no las vuelva a ver nunca.  Quizás entonces me comprendan y no me desprecien por haber echo esas cosas y entonces…entonces podría estar en paz conmigo misma. Podría llegar incluso a ser feliz, feliz de verdad. Sin preocupaciones, sin nada que ensucie mi alma.
Pero soy cobarde. Es una realidad, no quiero dar pena ni nada por el estilo. No me voy a comparar con Marilyn Monroe. Ella era una mujer triste. Pero no quiero acabar como ella; Ahogándome en mi propia pena.
Solamente soy yo. Solamente una chica que no se acepta tal y como es. Y que para poder hacerse un huequito entre los que la rodean, miente, miente como una cruel bellaca. Y las mentiras salen solas. No es necesario que las piense. Simplemente salen entre mis labios y cuando me quiero dar cuenta, es demasiado tarde y no puedo hacer nada.



domingo, 23 de enero de 2011

Por la buena música

Cierro los ojos y esbozo una sonrisa. Y no se por qué. Una tranquilidad me recorre, no me preocupo de nada solo me concentro en pronunciar todas y cada una de las sílabas de la canción sin equivocarme.
Cada vez que escucho esta canción el vello de los brazos se me eriza. No canto bien, en realidad nunca he cantado bien...pero en esos momentos de soledad en mi habitación lo único que me apetece es poner las canciones que me gustan y cantar bajito,casi para mi misma. También intento traducir las letras pero si saco una o dos frases es pura casualidad. 
Una parte de mi se entristece al pensar que nunca podré ver a este grupo en directo nunca. Es la parte mala de escuchar grupos de los 70, 80 y 90: O se han disuelto, o ya no graban o el cantante se ha pegado un tiro.
Y eso es exactamente le pasó al cantante de la canción que estoy escuchando. Sí sí, lo del tiro. Hoy mismo vi una película que está inspirada en sus últimos días de vida. No pude evitar un par de lagrimas. Una escena me conmovió mucho. ¿Decir el nombre de la película sería publicidad gratuita? Bueno, en realidad da igual.
Tengo tantas cosas que decir sobre este grupo y su cantante: Un grupo que  ha echo que descubra la buena música y un cantante que, con su voz, ha echo que me emocione, entristezca, llore y pase momentos inolvidables. Un cantante que se suicidó dos años o tres antes de que yo naciera.

Para siempre, Nirvana y para siempre, Kurt Cobain. 

lunes, 10 de enero de 2011

Agacho la mirada, no tengo valor para mirarte. La dulce soledad de esta tarde de invierno es la única que nos acompaña. Te sientas delante de mí y mi vista sigue clavada en la mesa
-Lo siento. Murmuro pero tú pareces no escucharme. Tus ojos, fijados en ninguna parte no expresan odio, no expresan alegría, no expresan tristeza. No expresan nada.
-Lo siento. Lo vuelvo a intentar. Pero no dices nada, ni siquiera te dignas a mirarme. Me exaspero. El parque se está quedando solo, y empieza a hacer frío, mucho frío. En el merendero no queda nadie, solo tú y yo. Pero no reaccionas.
-Lo siento…lo siento… ¡Lo siento! – Acabo levantando la voz- Al menos dígnate a mirarme. ¡Enfádate, grítame, insúltame!  Pero no te quedes ahí, mirándome sin verme…sin reaccionar. -Estas últimas palabras son casi un susurro.
Entonces tus ojos marrones, del color de la coca-cola, me miran. Tu boca se entreabre, intentando encontrar las palabras adecuadas para decir lo que siente tu corazón. Ese corazón que he destrozado tantas veces y que sin embargo vuelve a mí, una y otra vez. Si supiese que me odias, al menos podría irme y dejar que encuentres la verdadera felicidad con otro. Pero se que me quieres, que me amas. Y yo también lo hago, a mi manera pero lo hago. Por eso quizás no nos podamos separar del todo. Pero se que lo he vuelto a hacer, se que he vuelto a traicionarte. Y con esta no se cuantas veces van ya. No se como pudiste perdonarme en las otras ocasiones, pero tienes un limite y ya lo he alcanzado.
-Duele, duele mucho- Levanto la vista y veo tu cara surcada de lágrimas.- Te quiero- Tu voz suena quebrada, rota- Pero no puedo mas; mis amigas no entienden por qué volví contigo cuando te cansaste de la otra y viniste pidiéndome perdón…pero estoy ciega…¿Se puede saber en que piensas volviendo a verla?  Si la quieres a ella mas que a mi, simplemente vete y no vuelvas a verme. Si me quieres a mí más que a ella, quédate aquí conmigo y no me sueltes nunca.
-¿Quiere decir eso que me das otra oportunidad? ¿La última? ¿La definitiva? – pregunto esperanzado.
Sonríes, pero no es una sonrisa alegre y te echas a llorar. Es un llanto amargo, desesperado. Y no se que hacer. Me levanto y voy a tu lado. Pero tú te incorporas y me miras. Te pones de puntillas y me besas suavemente en los labios. Te abrazo, pero tú te libras fácilmente de mí.
-No, no voy a volver a tropezar con la misma piedra, de nuevo. Te quiero, pero tú eres mas de ir de flor en flor- Sonríes con una infinita tristeza- Así que ya puedes hacer lo que te de la gana y no preocuparte de hacerme daño.
Y te veo marchar y sé que probablemente no sabré nada de ti en mucho tiempo. Así que corro tras de ti y te agarro la mano.
-Quiero que sepas que te he querido, mucho. Y que lo sigo haciendo, aunque no de la misma manera. Y que quiero que seas feliz. Aunque yo no lo he conseguido.
-Lo sé.- Me miras y me dedicas la última sonrisa.- Adiós.
Y no miras atrás. Eres fuerte, quizás la persona más fuerte que he conocido hasta ahora.

domingo, 9 de enero de 2011

Se Acabó la Navidad.

Se acabó. Por fin. Se acabaron las luces, los villancicos, la gente con prisas a todas horas, cargadas con grandes regalos para sus hijos. Se acabó el darle vueltas a la cabeza pensando que le gustará y que no le gustará. Se acabó el ponerse vestidos ceñidos y zapatos con tacones de vértigo. Se acabó andar de un lado para otro, de comida en comida, de cena en cena. Se acabó recibir regalos horrendos y estar con personas casi desconocidas...y conocidas. Se acabó, ya por fin.
Era lo único en lo que podía pensar cuando llegó a casa. Tiró el bolso sobre la mesa. Se sentó en el sofá y se quitó los zapatos que le habían destrozado los pies durante todo el día.

Era 6 de enero, ¡Feliz día de Reyes! Lo único que había visto en todo el día era a niños presumir de sus regalos, regalos que quedarían, seguramente en el olvido dentro de algunas semanas. Pero era  esto lo que marcaba era el comienzo de la rutina. Vuelta al colegio, al trabajo. Por fin.
Llamadla cruel, pero no podía con ese efímero espíritu navideño.¿Era obligatorio estar super-ultra-mega feliz en estas fechas? A ella casi nada le había ido bien nunca. Tenia amigos, de eso no podía quejarse, pero la mayoría de sus compañeros de trabajo la miraban por encima del hombro por ser "la nueva", con los hombres tenía una suerte pésima y la relación con su familia no era del todo buena. A si que ¿Por qué tenia que estar super feliz cuando en realidad no se sentía bien en absoluto? Bueno, siempre le quedó la opción de sonreír falsamente como hacían la mayoría de las personas.

Por eso cuando llegó a casa solo tenia estos pensamientos. Por eso andó descalza hasta su habitación y se tiró sobre la cama. Por eso respiró profundamente, esbozó una sonrisa y susurró:
-Por fin se acabó la navidad.